Una de las cosas que más me gusta es ver lo bien que se lo pasan cuando les sacamos de su jaula. Al principio me daba miedo, claro, eran muy desconfiados, no sabía como los iba a coger, si se escaparían... Por eso el primer sitio fue en la bañera, tapone el agujerito bien, coloque una manta y los solté por allí, metiendome con ellos. Cuando ya les cogí un poco más de confianza los solté por el pasillo, pero los sitios abiertos no les gustan, necesitan donde esconderse de vez en cuando. Por eso les construí una especie de tobogan con tubos de cocina y de papel, como les gusta poco los túneles...
Aquí podemos ver a Carbayin saliendo de él a toda prisa, fue difícil hacer la foto, porque corren mucho, y apretar el botón justo cuando sale es casi imposible!
Ahora, por donde salen es por el salón, hemos taponado los laterales del armario porque de lo que pueda haber detrás no nos fiamos (el piso es alquilado), y por el resto son libres. Comenzaron en el sofá, tienen sentido de la altura y no se tiraban. Pero con el tiempo esa altura les pareció razonable, y es que también saltan mucho, y ya fué imposible frenarles así que tuvimos que proteger todo lo que estuviese a su alcance, porque como encuentren por ejemplo un cable lo devoran en segundos, ya lo comprobamos.
Lo malo es meterlos, porque a veces ni los vemos, aunque raro es cuando no hacen ruidos. Y ya se han acostumbrado a estar un par de horitas fuera, así que si no los sacas están muy muy inquietos dentro de la jaula, escarbando, tirandose a los barrotes, dando saltos... Tal vez si nunca los hubiesemos sacado estarían más tranquilos porque no sabrían lo que es correr tanto, pero son más felices así, y lo serían más si conociesen la sensación de estar en un campo abierto, sería para ellos un sueño, o más bien para mí que ellos pudiesen estar así. Son adorables.

No hay comentarios:
Publicar un comentario